México es un país con prejuicios hacia todas las expresiones: color de piel, social, cultural, étnico, sexual, religioso, ideológico. Por eso se discrimina a todos los sectores minoritarios, coinciden la activista por los derechos lingüísticos Yásnaya Elena Aguilar Gil y la académica Judith Solís Téllez.
Por lo tanto, las diversas formas de expresión de esas minorías son rechazadas y condenadas ante la opinión pública. En las ciudades los indígenas y negros no caben; en las comunidades rurales no se aceptan religiones minoritarias ni a personas homosexuales, y las violencias hacia las mujeres por su género permean en todo el territorio.
Ambas investigadoras señalan haber sido discriminadas por su condición de mujeres, su color de piel, su lengua y su vestimenta. Subrayan que la región más excluida de México siguen siendo los estados del sur: Yucatán, Quintana Roo, Chiapas, Campeche, Tabasco, Veracruz, Oaxaca, Puebla y Guerrero, por ser la región donde se concentra la mayor población indígena del país.
Entre más racializado más opresión.
La investigadora ayuujk (mixe) Yasnaya Aguilar advierte que en México no hay un solo lugar que no sea tocado por el racismo. “Sobre todo, las categorías racializadas como oprimidas, como la población afrodescendiente y comunidades indígenas que se cree que son inferiores”, asegura.
Egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, Aguilar pone el dedo en la llaga: “Si te das cuenta, la población rural no está en la categoría racializada, pero se discrimina por el color de la piel, por ser prieto o morena, como lo indígena ha sido históricamente rural, entonces se relaciona más con lo indígena, entre más cerca estés de la categoría racializada como inferior entonces es más fuerte la opresión”.
Nacida en Ayutla Mixe, la traductora de la lengua ayuujk habla de la discriminación cultural y lingüística: “Trae como consecuencia violaciones sistemáticas a los derechos humanos que imposibilitan el ejercicio de otros derechos, como el acceso a la justicia”.
Las mujeres, explica Aguilar, padecen además una discriminación acumulada: “se entremezcla el patriarcado, el colonialismo y el racismo”.
Autora del libro Afromexicanos: San Nicolás de Tolentino y Cuajinicuilapa, Guerrero. Una Interpretación de los diversos de su cultura, Judith Solís explica el porqué de racismo: “Si el racismo es la discriminación en torno al color de la piel, o a las diferencias culturales, sin duda se vive todos los días por una gran cantidad de personas. Han desaparecido muchas lenguas indígenas. También hay una gran discriminación a las personas en situación de discapacidad”.
“Falta educar más en el sentido de la diversidad cultural de nuestro país. Cuando se llega a vivir en la Ciudad de México, por ejemplo, se puede llamar la atención por el acento; pero no solo ahí”, asegura.
“En cuanto a los conflictos religiosos, en las comunidades van a tener que ver con la religión de la mayoría, con sus sistemas de cargos, con el hecho de participar en las mayordomías y cuando se tiene otra religión, en caso de que no se participe puede haber conflictos graves”, cuestiona.
Solís explica que la discriminación por racismo en México tiene sus propias particularidades, a diferencia, por ejemplo, de Estados Unidos o Sudáfrica.
“La población afrodescendiente finalmente ha logrado su reconocimiento constitucional, después de una lucha de más de veinte años y como ya lo han dicho diversos autores, sólo son idealizadas las poblaciones originarias del pasado. Y sí, hay una discriminación a dichas poblaciones vivas”, puntualiza.
Doctora en Antropología social, Solís cuestiona que espacios académicos tampoco han hecho lo necesario para atender la diversidad de su comunidad universitaria.
Un ejemplo es la institución donde es académica de tiempo completo, la Universidad Autónoma de Guerrero, que carece de una estrategia para atender a los universitarios indígenas.
“Se han perdido muchas lenguas indígenas. Ni siquiera conocemos algunas palabras de nuestras lenguas originarias. En muchas poblaciones se decide no enseñar la lengua materna para que los hijos no sean discriminados”, asegura.
“Las personas que vemos en la televisión corresponden, en su mayoría, al tipo occidental. Los estudiantes que provienen de poblaciones originarias y logran acceder a la educación superior suelen tener muchos problemas con el idioma español y en la Universidad Autónoma de Guerrero es una problemática que no se está atendiendo”, destaca.
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